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Burocracia. La estructura de poder según Marx Weber (página 2)




Enviado por César Barrantes



Partes: 1, 2

En este sentido, la estructura no
es monolítica, sino pluridimensional en el sentido de la
constitución de una constelación de
relaciones de poder que no
significan esferas puras de acción
fácilmente delimitables y separables -excepto para efectos
de análisis– a las que se les atribuyen
intereses estamentales apriorísticos que responden a la
presencia de estructuras
interesadas de fuerzas que luchan por el control de
aparato del estado.

Ninguna de ellas existe en su propia materialidad física por sí
y ante sí con un significado absoluto, sino, en cuanto que
cada una está constituida "en teoría"
como un referente nunca puro ni inmutable, respeto del cual
las diversas prácticas de los distintos oponentes al
interior de la GAN generan sus propias resistencias y
adquieren identidad y
carácter cotidiano.

En otras palabras, no hay una relación de poder
determinante en última instancia de las otras. Cada una es
producida con una variedad de sentidos que se inscriben en la
lucha discursiva de los diferentes actores que componen la
comunidad
laboral de la
GAN, lucha a través de la cual se le imprimen a
éstas orientaciones, estilos de trabajo,
reestructuraciones, nuevos significados y prácticas
organizacionales para la creación cultural.

Evidentemente, su especificidad es lo que crea la posibilidad
de sustituciones y desplazamientos -reales, imaginarios o
simbólicos- del conjunto de significaciones, hechos,
elementos y relaciones que la componen; por lo tanto, el juego de las
diferencias[3]la pluralidad de opciones y
mediaciones encuentran en ella un amplio espectro para su
potencialización, procesamiento y sinterización en
y a través de la discusión reflexiva, pero
fundamentalmente, por la red de relaciones
intersubjetivas de carácter espontáneo y
profundamente humano que recubre el cuerpo de la
Institución e irriga sus más recónditos
intersticios.

Esta es la razón por la que, contrariamente a la
secular tradición burocrática, la
problemática organizacional de la GAN plantea la
constitución de una peculiar división de trabajo
cultural. Esta se responde con la experiencia voluntaria de
cooperación fraterna e intercambios sensibles para la
producción colectiva de bienes y
servicios
artístico-culturales que, por definición, son de
propiedad
societal y, en consecuencia, socialmente administrados.

Si tradicionalmente la
organización del proceso de
trabajo es función
exclusiva de oficinas de programación u organización y
métodos, en la GAN se encuentra "socializada" en
cuanto pertenece al poder real, sea, la comunidad laboral misma
constituida en sujeto-colectivo.

En este sentido, la posición de los cargos-funciones
está detentada exclusivamente por la autoridad
colectiva, aunque evidentemente ha habido nombramientos impuestos por el
CONAC. No obstante, tanto las jefaturas como todo puesto, son
delegados por consenso en personas a quienes se les reconoce
ciertas capacidades, habilidades, representatividad, rasgos de
personalidad,
etc. De forma tal que los niveles
jerárquico-administrativos manejen ciertas variables de
libertad que
les dan capacidad de movimiento e
iniciativa en todos los momentos de los procesos
conducentes a la toma de
decisiones que se materializan en y a través de las
instancias de mediación colectiva.

Una condición para optimizar la división y
organización del trabajo, es prescindir
precisamente de la práctica legitimadora del poder
monocrático y autoritario; desacralizar el mito de la
superioridad tecnológica de la estructura
jerárquica de la producción y
especialización parcelaria, las cuales hacen perder a los
funcionarios y trabajadores en general su sentido de contexto,
les embota su inteligencia y
atrofia la imaginación en aras de su supuesto ilusorio: el
incremento de la habilidad de cada individuo
aislado.

La experiencia misma de la GAN demuestra que la exigencia de
un sistema fundado
sobre una estructura rígidamente jerarquizada, no prueba
en modo alguno la superioridad técnica de la
subdivisión, atomización y desintegración
del proceso productivo –con lo cual se hace imprescindible
el papel organizador del jefe o patrón– sobre la
combinación de tareas realizadas por los propios
empleados.

Demuestra, eso sí, que la vigencia del sistema
burocrático se mantiene –pese a que intelectualmente
la teoría que lo sustenta se ha desprestigiado a sí
misma– por la fuerza de la
represión ideológico-política e incluso
militar como lo demuestran los regímenes"
burocrático-autoritarios" del Cono Sur. Es, por lo
demás, la prueba objetiva de la eficiencia y
eficacia
alternativa de la combinación de tareas realizada por los
trabajadores-productores directos.

Demuestra, que para que ésta sea eficaz,

".no son necesarios ni la parcelación y la
especialización de los trabajo, ni la división del
trabajo intelectual y manual, ni el
monopolio de
la ciencia por
unas "élites", ni el gigantismo de la instalaciones y la
centralizaciones que de se deriva."[4]

Atrás señalamos el carácter contestatario
del proyecto GAN que
ubica a éste en la crítica
al "síndrome de la alienación" provocado por la
moderna sociedad
tecnológica.

El modelo
organizacional adoptado por ésta fue estudiado y
sistematizado por Max Weber a
comienzos del presente siglo, se conoce con el nombre de
"creciente burocratización".

Dicho modelo ha sido objeto de múltiples
modificaciones, relativizaciones y "enriquecimientos" a
través de los cuales se reorganizan sus elementos y
enfatizan aspectos excluidos del análisis weberiano.

Tanto dentro de las teorías
de administración como de organización,
existen modelos que
incorporan los avances de la sicología, sociología, cibernética, etc., pero ninguno de ellos
abandona ni la razón de la racionalización
técnica, ni la razón de subordinación de la
estructura monocrática de la organización
burocrática.

Esta afirmación es válida para todo el espectro
que va desde las teorías "X" (el fayol-taylorismo cuya aplicación en la URSS
fue promovida por el mismo Lenin, y el fordismo del
que Gramsci exaltó sus bondades), pasando por las
teorías "Y" (la escuela de las
relaciones
humanas, el enriquecimiento de tareas, autonomía
responsable y todas las teorías "Z" lanzadas al estrellato
por el "milagro económico" del
Japón[5]

En virtud de lo anterior, aquí no entraremos al
abordaje de ninguna de estas variantes. Creemos que la exposición
de las características más sobresalientes para
nuestros efectos del modelo clásico u ortodoxo, engarza
mejor con los objetivos del
presente trabajo.

Además, el modelo burocrático tiene
todavía una presencia simbólica, real e imaginaria
cuyos efectos prácticos pueden estudiarse con holgura en
todas las organizaciones
públicas y privadas.

Basten, pues, las líneas siguientes para introducir
temáticas de importantes dimensiones que pueden empujar la
reflexión de los espíritus inquietos preocupados
por la búsqueda de caminos alternativos a los
tradicionales.

Los principios
estructurales definitorios de una organización
burocrática, sea, la moderna empresa
pública o privada, son, siguiendo a Max
Weber[6]los siguientes:

  • La existencia inevitablemente objetiva y absolutamente
    racional e impersonal de un "mecanismo" de poder autoritario,
    tecnocrático y autocrático cuya razón de
    dominio se expresa en la imposición indiscutiblemente
    unidireccional, de una forma específicamente
    burocrática de relaciones (p.741) de
    subordinación.

  • Esta concepción de organización
    burocrática es una derivación directa del
    misticismo de la racionalidad
    científico-técnica de la Revolución
    Industrial, cuya representatividad está conferida
    autónomamente a la moderna dirección
    empresarial pública y privada. Es decir, en palabras
    de Weber, el principal pilar en que se fundamenta el poder
    burocrático es "absoluta necesidad técnica
    basada en los conocimientos especializados" (p.753) que tiene
    irresistiblemente a un ineluctable y absoluto control
    restrictivo de la vida material y humano – social.

  • El "carácter cotidiano" y la "continuidad de su
    subsistencia" (p.753) hacen de la dominación
    burocrática "un instrumento de precisión"
    (p.743) – es decir, un medio que como tal sirve
    funcionalmente a un poder extraburocrático –
    sumamente ágil, e eficiente, tecnológicamente
    superior a cualquier otro tipo de organización,
    uniforme (p. 731), productivo y prácticamente
    inquebrantable de forma tal que es imposible para los
    dominados desprenderse y prescindir de él (p.
    741)[7].

  • El carácter racionalista y totalitario del modo de
    organización burocrática del trabajo alienado
    encuentra su fuente de legitimidad en la validez abstracta de
    un derecho objetivo que subordina totalmente el ejercicio del
    mando (p. 738) y gobierna "según las reglas
    previsibles" (p. 732), "abstractas" (P. 738) y "sin
    aceptación de personas" (p.785).

Esta concepción del derecho, absolutamente afincada en
las indeterminaciones insensibles del plano universal abstracto,
aniquila todas las especificidades o caracterizaciones
particulares, todos los rasgos contingentes del hombre de
carne y hueso que hace la historia en la
situación concreta de múltiples determinaciones.
Despersonaliza, deshumaniza y devora a los individuos en la
abstracción etérea de los principios
jurídicos universales. Congela arbitrariamente el saber y
el querer de éstos en la razón inerte de los
intereses perennes, inmutables y sin historia.

Esto quiere decir, en la lógica
del pensamiento
weberiano, que las "atribuciones legales" distribuidas en
abstracto para que los puestos de mando burocrático
ejerzan el control restrictivo sobre los dominados, no autorizan
en modo alguno a ningún funcionario en concreto, a
decretar normas especiales
para cada caso particular. (p.718).

No obstante, la moderna empresa burocrática se legitima
su perimida superioridad tecnológica sobre cualquier otro
modo de organización, sino, precisamente, a través
de su razón de dominio expresada
formalmente en normas racionales de cálculo y
acción previsible que someten coactivamente al hombre a la
voluntad irracional del hombre.

En virtud de ese derecho abstracto y valorativamente neutro
que le da la legitimidad, el aparato burocrático tiene
impuesto el
"deber objetivo" de
servir a una "Finalidad", también objetiva e impersonal
(p. 719) que puede traducirse en el servicio a
"intereses de dominio" de tipo económico, político,
financiero o de cualquier otra índole (p.743) así
como en la disposición de trabajar en la dirección de los poderes necesariamente
burocráticos que se sirven de él (742).

Para Weber, "el
capitalismo y
la burocracia se
han encontrado y se pertenecen
íntimamente"[8], en virtud de la
superioridad científico-técnica del modo de
organización burocrática del trabajo alienado.
Entre las múltiples condiciones necesarias para la plena
realización de éste, se cuenta su coincidencia
adscriptiva con los imperativos de la producción
mecanizada y de la competencia
irresistible que obligan a las unidades de producción
pública y privada a la maximación compulsiva de la
tasa de ganancia y, en consecuencia, de la eficiencia en su
funcionamiento.

Es esta "peculiaridad específica tan bienvenida para el
capitalismo" (p. 732) la que es desarrollada por la
burocracia.

".en tanto mayor grado cuando más se deshumaniza,
cuanto más completamente alcanza…. la eliminación
del amor, del odio
y de todos los elementos sensibles puramente personales, de todos
los elementos irracionales que se sustraen al cálculo".
(p.732)

El control restrictivo contiene en sí mismo un aspecto
funcional que implícitamente hace depende a la
organización burocrática de la orientación
que la "capa dominante" le imprime a la sociedad industrial.

Asimismo, plantea como necesidad técnica el
indiscutible sometimiento sumiso[9]de los
funcionarios a la disciplina
domesticadora inmanente al modo de organización que nos
ocupa.

En razón de lo anterior, para Weber los puestos de
mando de la organización burocrática se encuentran
rígidamente estratificados en correspondencia funcional
con los niveles de jerarquía administrativa
monocráticamente dispuestos, de forma tal que la "marcha
incesante" de su propia racionalidad, únicamente puede ser
movida o detenida por la "autoridad superior" que es la que le
prescribe la ruta determina (p. 741).

Estatutariamente, se traduce en la imposición de una
constelación de "deberes oficiales" (p. 716) que obligan a
los funcionarios de "arriba" y de "abajo" a rendir, dentro de su
labor habitual, obediencia ciega a la autoridad
jerárquicamente superior, subordinarse totalmente a las
normas y reglamentos fijos (p. 742), maximizar la eficiencia y la
productividad,
y permanecer lealmente al servicio de las "tareas objetivas" para
las que fueron nombrados (pp.719, 753, 776).

La creación de "las competencias
especiales" dan vigencia a las "ordenes concretas" emanadas de
los poderes de mando (p. 792), garantizan su estricto acatamiento
y delimitan el alcance y contenido de la "fidelidad objetiva" al
cargo (p.776).

Finalmente, en virtud de la "razón administrativa"
todos los poderes de mando son ocupados indefectiblemente por el
prototipo del calculista puro, por el "especialista,
rigurosamente, objetivo y tanto menos interesado en las cosas
propiamente humanas cuanto más complicada sea la
civilización en referencia" (p. 732).

Estos, gracias a las "atribuciones oficiales fijas" que les
son abstractamente conferidas por el estatuto para el ejercicio
del control restrictivo, concentran en sus manos los medios de
coacción administrativa, material, física, sabrada
o de cualquier otra índole (pp. 717, 736, 737).

En este enfoque, para la organización
burocrática existe un único procedimiento
normativo que asegura la permanencia de los "de abajo"
severamente subordinados "al interés
común de los funcionarios" (p. 741), y sin opción
de independencia
frente a los "de arriba" (p. 720): es el nombramiento
tecnocrático y formalista de personas con aptitudes y
destrezas profesionales bien determinadas (p.717) por parte de
una autoridad superior competente (p. 720).

Así lo afirma Weber:

"El funcionario no elegido, sino designado por un jefe,
desempeña su función con más exactitud desde
el punto de vista técnico, pues en las misma
circunstancias, los puntos de vista puramente profesionales y las
aptitudes técnicas
determinan con mayor probabilidad
su elección y su carrera" (p. 720).

La objetividad de este tipo de procedimiento garantiza la
sumisión técnica y económicamente necesaria
a la disciplina del trabajo asalariado, y permite exigir "un
deber específico de fidelidad"[10] (p.719)
absoluta del puesto, a cambio de lo
cual los empleados reciben "la garantía de una existencia
asegurada" (p. 719), la "perpetuidad al cargo" (p.721) y, por
supuesto, la amputación de sus capacidades mentales y
afectivas.

"Perpetuidad al cargo" es la garantía jurídica o
de hecho que tiene por "finalidad principal ofrecer una seguridad con
vistas al cumplimiento objetivo y exento de toda
consideración personal del
deber específico impuesto por el correspondiente cargo"
(pp. 721-722). No significa un "derecho de posesión"
puesto que un derecho tal es irreconciliable con la
relación salarial; por lo demás, trabaría
"las posibilidades de carrera de los candidatos afanosos" y "la
provisión de vacantes de acuerdo con las consideraciones
de utilidad
técnica" (p. 722).

En una administración severamente
burocrática nos dice Weber se optimizan las posibilidades
de realización del principio de la división
técnica del trabajo, "según puntos de vista
objetivos, distribuyendo los trabajos especiales entre
funcionarios especializados…que se van adiestrando con la
práctica constante" (pp. 731-732)

En realidad, dicho principio es el fundamento mismo de la
única que postula el modo de organización
burocrática del trabajo alienado: la monolítica
unidad de mando del poder autocrático y
tecnocrático sustentado en el uso de las innovaciones
tecnológicas compatibles con su supervivencia
estamental.

Para su mantenimiento
incólume la disciplina del control restrictivo exige de
principio, la separación tajante entre vida privada y
actividad oficial, entre patrimonio
público y privado, entre atribuciones públicas y
privadas[11](pp. 726, 784).

En otras palabras, al interior de la empresa
burocrática, se naturaliza la separación artificial
entre las fuerzas del trabajo intelectual y las del trabajo
manual, con lo cuál el trabajador queda sin
solución de continuidad, automáticamente excluido
del control sobre los procesos de la producción, y
separado radicalmente tanto del producto de su
trabajo como del uso que se le da a éste.

Asimismo, se legitiman las supuestas bondades de una singular
"especialización" que, asentada en el desmembramiento
extremo de las tareas impuestas a cada dominado, lejos de
capacitar descalifica a la fuerza de trabajo manual e
intelectual.

El refrán popular que dice "zapatero a tus zapatos"
expresa con nitidez la crudeza del pensamiento
burocrático; viendo en el hombre la
plenitud de una tuerca, le asigna "cometidos especializados" (p.
741) que lo asilan en el desempeño rutinario de tareas tan
minuciosamente detalladas que lo relevan de su práctica
reflexiva y transfieren, por la vía de la
expropiación, su mente y su alma a la
dirección burocrática de la moderna empresa
pública y privada.

En el análisis weberiano, la racionalidad
burocrática supone que el burócrata aspira a un
estilo de "vida estamental" y a la posesión de un
"estatuto de funcionarios que, con la seguridad material en la
vejez, aumenta
las garantías (jurídicas) contra la
privación arbitraria del cargo" (p.722)

El cumplimiento cabal del "código
de honor" correspondiente y la adscripción a la
"convenciones sociales"[12] (28) establecidas
confieren, ante "los ojos de la capa dominante" (p.722) un "rango
social" y una "estima convencional" que inducen en el dominado la
creencia ilusoria de que cuanto más rigurosa es su
subordinación al poder de la enérgica
dirección de la moderna empresa burocrática
pública o privada, tanto mejor queda garantizada la
satisfacción de sus aspiraciones (p.722) y gratificado "su
sentimiento de dignidad
personal (p.726).

Es esta compatibilidad entre la "sólida conciencia
estamental" del funcionamiento con su "voluntad de
subordinación completa a los jefes" (p.726, lo que
determina su domesticación, es decir, su
"incorporación en las condiciones objetivas, dada de una
vez para siempre, del mecanismo fundado en la disciplina" (p.
726) del control restrictivo.

Del funcionamiento de este circuito completo depende la
transmutación del principio de la razón inerte en
principio de eficiencia al servicio automático de la
supervivencia de la estructura de dominación. El control
restrictivo aparece entonces como la inercia misma del sistema
burocrático que lo lleva a la rutinización y, por
tanto, a su integración total.

Esta es la razón por la cual la estructura autoritaria
de la organización burocrática encuentra su apoyo
leal según Weber, en la obediencia ciega a normas fijas y
reglamentos obligatorios por parte de los que quedan sometidos
unidimensionalmente a su poder (pp. 753 y 775), y por la cual "el
funcionario profesional está encadenado a su labor con
toda su existencia material e ideal." (p.741).

Finalmente, diremos, parafraseando a Sartre, esta
es la razón por la cual el hombre deja de ser el hijo del
hombre para degradarse en producto de su propio
producto[13]

Bibliografía:

http://www.monografias.com/trabajos63/burocracia-marx-weber/burocracia-marx-weber.shtml

César A. Barrantes A.; Luisa Bethencourt G. (1982),
tercer capítulo del texto, La
Galería de Arte Nacional.
Una experiencia de planificación estratégica
,
Consejo Nacional de la Cultura,
Galería de Arte Nacional (GAN), Caracas.

 

 

 

 

Autor:

César Barrantes

[1] Sobre la burocracia como arena
política ver Oscar Oszlak, "Políticas Públicas y
Regímenes a partir de algunas experiencias
latinoamericanas", Ediciones CEDES. Vol. 3 N º 2, 1980.
Buenos
Aires.

[2] Para una conceptualización
apropiada para nuestros fines ver Michel Foucault.
Historie de la sexualité. La volonté de savoir.
Gallimard, París, 1976. Pp. 121 a 128 (hay traducción al español por siglo XXI). Asimismo, del
mismo autor, Un diálogo sobre el Poder, Alianza
Editorial, Madrid,
1981, Pp.81 a 83.

[3] Cfr. Henri Lefebvre. Manifiesto
Diferencialista, Editorial Siglo XXI México, 1971.

[4] André Gorz. Crítica de la
División del Trabajo. Editorial Laia, Barcelona, 1977.
P. 11.

[5] Cfr. William Ouchi. La Teoría
Z, Fondo Educativo Interamericano Colombia, 1981.
Para un intento de "venezolanización" en la industria
petrolera, ver Liliana Romo Gallegos. "Maraven está
creando círculos de calidad", El
Diario Económico, Caracas, 9 de septiembre de 1983, p.
10. Para un tratamiento metódico y crítico de la
teoría administrativa, ver Bernardo Kliksberg. El
pensamiento organizativo de taylorismo a la teoría de la
organización (2 tomos), Paidós, Buenos Aires,
(varias ediciones).

[6] Max Weber. Economía y Sociedad. FCE., México,
1974, tomo 2, pp. 106-810. En este acápite las comillas
indican las palabras textuales de Weber y los paréntesis
con una p. y tres dígitos indican la página
correspondiente. Para una crítica, ver Bernardo
Kliksberg y otros, Cuestionario
en Administración; Paidós, Buenos Aires, varias
ediciones. También, Herbert Marcuse,
Industrialización y Capitalismo, capítulo "La
sociedad Opresora", Editorial Tiempo
Nuevo, Caracas, 1970, pp. 11-36.

[7] "Si las leyes de las
naciones pueden tener como las de la naturaleza,
una inflexibilidad que jamás fuerza humana alguna pueda
vencer, la dependencia de los hombres se volverá entones
la de las cosas". J. J. Rousseau,
Emilio, Editorial Costa Rica, San
José, 1979. P. 26.

[8] Citado por Eugene Kamenka y otros, La
Burocracia. Trayectoria de un concepto, FCE,
Breviarios, México, 1981, p.125.

[9] "Es una convención vana y
contradictoria estipular por un lado una autoridad absoluta y
por otro una obediencia sin límites". J. J. Rousseau, Del contrato
social, Alianza Editorial, Madrid, 1980, pág.
16.

[10] "Ceder a la fuerza es un acto de
necesidad, no de voluntad; es todo lo más un acto de
prudencia. ¿En qué sentido podrá ser un
deber?….Yo hago contigo un convenio enteramente en perjuicio
tuyo y enteramente en beneficio mío, que yo
observaré mientras me plazca, y que tú
observarás mientras me plazca". J. J. Rousseau. Op. Cit.
pp. 13 y 22.

[11] "los charlatanes del Japón
despedazan, según dicen, a un niño a la vista de
los espectadores, y luego, arrojando todos sus miembros uno
tras otro al aire, hacen que
vuelva a caer el niño vivo y totalmente entero.
Así son más o menos los juegos de
manos de nuestros políticos; después de haber
desmembrado el cuerpo social mediante una
prestidigitación digna de feria, vuelven a juntar las
piezas no se sabe como". J. J. Rousseau, Op. Cit. P. 32.

[12] "Puesto que ningún hombre tiene
una autoridad natural sobre su semejante, y puesto que la
fuerza no produce ningún derecho, quedan, pues, las
convenciones como base de toda autoridad legítima entre
los hombre" J. J. Rousseau, Op. Cit. Pp. 14-15.

[13] Simone de Beauvoir, La ceremonia del
adiós, Editorial EDHASA, Barcelona, 1982, p. 24.

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